sábado, 16 de diciembre de 2006

Rakel



Os presento a Rakel. La compré en un mercadillo de Berlín, dentro de un álbum familiar nazi, por sólo 10 euros. Me la vendió una yonki que tenía el mismo número de neuronas que de glóbulos blancos. Me extrañó no ver a su padre o a su sobrina sentados al lado de unos prismáticos de la gestapo o de un disco de Bananarama. Dijo diez euros porque fue lo primero que se le ocurrió. Podía haber dicho, en ese mismo instante, por esa misma cosa: "intrigante", "Pumuki" o " lagartija de hierro".

Bien volvamos a Rakel. Se me da bien Photoshop, pero la foto está escaneada directamente, sin artificio, la podeis tocar en mi casa cuando querais. Fijaros bien. Una foto que se hizo entre 1930 y 1945 que está completamente retocada, pero a mano. Los bordes de la silueta están recortados y pegados sobre película sensible. La sombra del cuello es casi inexplicable. Un trabajo difícil, pero ¿Por qué? Fijaros que Rakel aparece alegre pero fea ¿Por qué no destruir una fotografía poco favorecedora? Y lo que es peor ¿Por qué recortar el fondo y pegar la silueta sobre un fondo blanco que además tiene un raro aire violeta?

Las otras fotos del álbum reflejan la felicidad de los alemanes privilegiados durante el período de "democracia" nazi, antes del comienzo de la guerra: fotografías de trabajadores, de familias cuyos maridos alardean de traje militar, gente que años más tarde probablemente vejó y mató a decenas de personas...

Rakel tiene el cuello descompensado y si os fijais bien, la ropa está pintada a óleo o acuarela. Mi primera explicación a ésto fue la posibilidad de que Rakel se hiciera una foto como las que hacen ahora en las ferias que metes la cabeza en un agujero y pareces vaquero, pirata o don pimpón. Si fuera éste el caso, sería una currada importante, porque unir cabeza, cuello y tronco, con la tecnología de la época y con un resultado como éste, era labor muy compleja, posible (porque a Hitler y a otros le retocaron cientos de fotos), pero muy difícil para gente corriente y sin un objetivo claro (una foto de boda, un retrato militar, etc...). Rakel en esta foto no se representa más que a sí misma con una alegría tonta.

Esta foto extraña, perdida en un álbum de familia de Sajonia, que alguien tuvo a bien perder o vender, está ahora aquí en mi casa, en Tarazona, España, sesenta años más tarde y además, ahora mismo está colgada en una cosa que se llama internet y que viene a ser una especie de biblioteca de mundo. Y cuando el mundo posee un archivo tan grande, más allá del pasado e incluso del futuro, es fácil quedarnos sin memoria. Esto es una paradoja que pesa sobre nuestras cabezas como un transatlántico saturado de mamuts.

El mundo está lleno de imágenes, de grabaciones. Nos dedicamos a guardar mundo, nuestro mundo. Todos tenemos nuestra cámara digital, con mogollón de espacio para hacer fotos, para grabarnos, para llenarles memoria. Pero me preocupa especialmente el valor que podemos darle a lo largo del tiempo. Un mundo con millones de imágenes no tiene tiempo para analizar su memoria. Hemos ganado memoria pero hemos perdido su valor.

Por eso a Rakel la Siniestra le he dedicado un trozo de mi tiempo, le he dado mi valor a su memoria. Berlín es una ciudad que, como dije, no termina de matar a sus muertos. Y en Berlín me han vendido la intimidad de una foto. Jamás me habrían vendido la foto de un judío en esa época. Berlín quiere deshacerse de su memoria, y esclavizarla a través de yonkis, de homenajes de 26 millones de euros o de la indiferencia de una sociedad que trata de olvidar recordando, que viene a ser lo mismo que acelerar y frenar al tiempo.

No sé si llevar a Rakel al Santuario, y que nos guíe...

2 comentarios:

Chunchi dijo...

Me parecen muy bien tus reflexiones kike, pero cuando vea esta foto, la pobre Cris va a estar dos meses sin poder dormir!!! Ya verás ya...

cachota dijo...

Hoy a salido en el buscador(programa de tele5) sicofonias grabadas en el sanatorio.
K no os pase nada !!!!